Cielo nocturno

Un cielo nocturno en el campo, miles de estrellas destellan en lo alto. Me siento pequeña frente al mundo, la galaxia, el universo. Me siento pequeña ante la vida, un fenómeno que nos rodea y que nunca podremos comprender. Uno puede tener muchas ideas sobre lo que la vida significa, pero no son más que eso, nadie es dueño de la verdad absoluta.  La vida es y será siempre un verdadero misterio así como lo es para mi el misterio de esta atracción.
Mientras miraba las estrellas deseaba que cada una de ellas fuera un hada madrina, como en los cuentos que escuchábamos de niños. Si tan solo una de esas hadas madrinas escuchara mi deseo... un deseo que no puedo controlar. En la tranquilidad de la noche campestre comprendí que, por muchos kilómetros que hayan entre nosotros, por muy largo que sea este silencio, ambos podríamos estar mirando el mismo cielo. Comprendí que no quisiera que las cosas terminen acá, que este sea el adiós definitivo. Tomé consciencia de que hace mucho tiempo no me sentía así, libre de verdad. Comprendí que no quiero dejar ir esta sensación, no quiero dejar ir las tardes de risas y miradas.
Mientras miraba las estrellas me preguntaba si tu has pensado en mi, si deseabas estar a mi lado aún. Me preguntaba que cosas han pasado por tu mente durante este silencio. Si tan solo pudiera entrar en tu mente y ver que es lo que hay dentro, descubrir tus misterios. Todo esto es para mi un misterio.
Mientras miraba las estrellas comprendí que pase lo que pase, dejaste una huella en mi, me volviste a la vida. Mientras miraba las estrellas pedí el siguiente deseo: que pase lo que tenga que pasar y que nuestras acciones nos lleven a donde realmente queremos estar, nos lleven a la felicidad.