Es extraño lo que siento. No es como se supone me debería sentir, mis amigas esperan que esté triste todo el día, que no tenga ganas de hacer cosas entretenidas. Esperan que al ver una película romántica, como acabo de terminar de ver en este instante, me largue a llorar como Magdalena. Pero no es así.
¿Será que nunca sentí nada por él? ¿Será que de verdad quería que esto se acabe? De ningún modo. Aquellos días, con aquellos escasos contactos, fueron especiales. La sensación que sentía al estar junto a el era como cuando cuando canto, cuando bailo. Todo lo demás desaparecía, las horas se hacían minutos, me sentía bien. No quería que esto se acabe, pero también sabía que si las cosas continuaban más personas podían  salir dañadas.
Me sentí preparada para el final. Luego de que le pedí que tome esa decisión yo ya sospechaba lo que continuaría, las ilusiones eran casi nulas, creí poder decir adiós. Pero el momento llegó y mis labios no pudieron pronunciar aquella palabra, lo único que pude decir es que tal vez algún día nos volvamos a ver. Y así lo vi dando la vuelta y comenzando a caminar en la dirección contraria a mi. No quise levantar la mirada por que sabía que iba ser peor. Luego, varios segundos después me atreví a mirar y lo vi a la distancia. El deseo de ir tras el apareció en mi corazón, pero era su decisión y la iba a respetar.
No se que es exactamente esto que siento, una vez más me desconozco a mi misma. Creo que tal vez no estoy triste por que creo que este no es el final, es solo una pausa en nuestra historia. Creo que en el futuro, si estos días de verdad significaron algo para ambos, nos volveremos a ver. Como dije en la entrada anterior, la magia no ha desaparecido, solo se encuentra dormida hasta nuestro próximo encuentro. Ahora lo que me queda es continuar con mi vida, seguir disfrutando las cosas bellas que esta nos da. Por que todo pasa por algo, aunque a veces no podamos descifrar el por qué.